Por: Adriana Parada

¡Hola! Soy Adriana, hasta ahora descubriendo que soy una mujer, una mujer con una niña por dentro que se encuentra feliz cuál día de lluvia brincando en cada charco que ve por ahí. No puedo dejar pasar por alto este bonito sentimiento que me invade y quiero compartir por este medio a manera de testimonio y para agradecer y resaltar la enorme labor que fundación MUJER VITAL hace con personas como yo.

Llevaba muchos años intentando entender y tratando de comprender por qué no era como las demás mujeres: bonitas, seguras, inteligentes e independientes.

Estas preguntas antes sin respuestas me llevaron a ser muy cruel y dura conmigo misma; al punto de anularme como persona (era mi propio juez y mi verdugo también). Hasta que un día (ya lo había escuchado antes de muchas personas) Elvira Mieles, sembró una semilla dentro de mí, el proceso ha sido largo pero como lo dice el título de este relato ahora ando entre la pestañina, los aretes y el gimnasio. Para mí, esas tres pequeñas cosas representan algo valiosísimo, pues nunca antes me había visto como a un ser humano que vale la pena querer y cuidar.

Haber logrado bajar de peso, subir caminando de la mano de mi hija hasta lo alto de una montaña, usar aretes he intentar alargar mis cortas pestañas con pestañina; parece insignificante; pero, para mí, una mujer que siempre le costó reconocerse desde adentro, ¡es lo máximo!

Me siento como la niña que nunca fui, usando el maquillaje de mi madre. Se siente bonito cuidar de ti misma. Se siente diferente ya no ser ni tu juez ni tu verdugo. Alegra el alma darte cuenta que cada vez que te equivocas (siempre) la niña que hay en mi interior corre presurosa para abrazarme, mirarme a los ojos, sonreír y decirme: “tranquila, no pasa nada. Está bien si te equivocas. Solo no te quedes en el error, perdónate y sigue adelante”.

Es hermoso ver como mi pequeña hija de 10 años cada vez que me mira resalta en mí los cambios positivos que he venido haciendo en mi vida. Si, hay días en los que las emociones, los miedos y las dudas me alcanzan a tirar al suelo, pero siento que lo aprendido desde el coaching ha sido una gran herramienta para mí, que me ha enseñado y me seguirá enseñando que no debo frustrarme por no ser como las demás mujeres, pero si debo esforzarme por encontrar el camino hacia sanar mis heridas aprender amar y valorar a la persona en la que paso a paso me voy convirtiendo.

De verdad, les prometo me siento como una niña jugando con el maquillaje de la mamá y desde este sentimiento escribo esto para decirles que sí vale la pena rescatar a la niña que, todas y cada una, llevamos dentro. También es mi manera de agradecer a las personas que dicen que yo puedo, que lo voy a lograr, que si soy capaz. Gracias a todas las personas que se dan la oportunidad de verse a través de mis palabras.