Por: Laura Murzi

Enfermedades como la depresión atacan tanto a hombres como a mujeres; sin embargo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud (INS), las estadísticas en 2018 mostraron que el 63,4% de los intentos de suicidio se presentó en mujeres. La depresión se origina cuando hay sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración con las circunstancias vividas.

A diario nos enfrentamos a un dilema: mostrarnos a la sociedad tal como somos o escondernos tras una armadura de protección. Dos caras de la moneda que nos brindan pros y contras; mostrarnos tal y como nos hace sentir en una situación de vulnerabilidad, tanto social como emocionalmente. Esconder nuestros sentimientos y emociones al mundo, puede ser incluso más perjudicial para nosotros mismos.

La depresión es una enfermedad silenciosa que afecta y consume a muchas más personas de las que se creyeran. Lo más peligroso es que pocas veces es visible hasta que ya es tarde luchar contra ella. Es una especie de cáncer que succiona todas las energías y motivaciones que se tienen para vivir, un peso con el que se carga, donde la persona pierde por completo su vitalidad, pero que muchas veces está oculto bajo una máscara de rostros sonrientes y ojos vacíos, como cuando se usa maquillaje, que debería ser para resaltar la belleza natural y todas esas “imperfecciones”, que nos hacen únicas e irrepetibles, y no para ocultar las inseguridades.

Como es el caso de Lucy, una mujer luchadora e incansable, con muchos dones que Dios le dio; que no lograba encontrarle sentido a la vida y no se sentía a gusto consigo misma, ni con la vida que llevaba. Sin saberlo, estaba atada a las cadenas de la depresión que la hacían llevar el peso de problemas que no eran suyos y creer que estaba sola en el viaje de la vida.

Sus pensamientos la saboteaban y se estancaba permanentemente, porque sentía que sus sueños eran inalcanzables llevándola a menospreciar sus propias ideas, por lo que a pesar de tener todo el potencial para tener su propio negocio, no lo ha conseguido.

La agobiaba la imagen que veía en el espejo, no se amaba, ni se aceptaba como Dios la había hecho, se sentía ajena a sí misma en ese cuerpo, su reflejo carecía de sentido, por lo que le resultaba sencillo hablar de forma despectiva de su propia persona.

Este sentimiento de miedo la hizo presa de ella misma, Lucy, estaba alienada y perdida, hasta que un día, en medio de una crisis y en un acto desesperado, intentó quitarse la vida, pues no veía otra solución ni salida a sus problemas.

Lucy llegó a Mujer Vital. Aquí encontró que muchas mujeres están recuperando el brillo en su mirada a través de ideas creativas, está conectándose consigo misma y rompiendo los límites de sus ideas, descubriendo nuevas oportunidades que la vida le regala.

En la actualidad Lucy está luchando por recuperar la vitalidad que la caracterizaba. Quiere vivir con optimismo, reconociéndose y aceptándose, agradeciendo todo lo que la hace única y tener el valor de salir de la zona oscura en la que vivía. Busca dejar de ocultar sus problemas con la máscara que antes solía usar, y abanderarse de su situación, que a pesar de ser dura y compleja, con un nuestro apoyo y acompañamiento, logrará superar con creces.

Al igual que Lucy, recupera el brillo de la mirada y ayúdanos a seguir luchando para fortalecer a cada mujer que necesita ayuda. 

¡Juntas somos Mujer Vital!