Por: Elvira Mieles

Nuestro cuerpo es el templo de nuestro espíritu, de nuestra esencia, de nuestro ser, por eso es importante cuidarlo. Comer saludable, ejercitarnos, dormir bien, nos permite tener energía y mantener pensamientos positivos.

Es una realidad que tener un cuerpo sano nos llena de satisfacción y está científicamente comprobado que el ejercicio brinda bienestar físico y mental, ayuda a liberar tensiones y da sensación de felicidad. Sin embargo, es necesario tener presente que somos cuerpo, mente y espíritu.

Por eso cuando cuides tu cuerpo conéctate con tu ser interior, descubre tu belleza interna y abraza tu esencia. Eres única y lo que te hace especial seguramente es eso que tal vez no te gusta. Reconócelo, abrázalo y reconcíliate con aquello de lo que tal vez te has quejado.

Nadie es perfecto. Es normal tener celulitis, grasa abdominal (especialmente si has tenido hijos). Con el paso de los años aparecen las arrugas, las canas, la piel se vuelve más flácida. Por eso, cuando nos enfocamos en la belleza interior, todo eso pasa a segundo plano y entendemos que cuidamos nuestro cuerpo con el fin de darle al mundo esa esencia que nos hace únicas y especiales.

Cuando nos relacionamos con nuestro cuerpo con amor, respeto y aceptación se produce una transformación significativa en la auto-imagen, en el reconocimiento de las emociones, en la creatividad, en la manera de relacionarnos con nosotras mismas y con los demás y en la manera de disfrutar la vida.

Claro que queremos vernos bonitas, saludables, incluso jóvenes. Hagámoslo reconociendo nuestra belleza interna, conectándonos con nuestra divinidad, agradeciendo por ese cuerpo que, aún con limitaciones, nos ha permitido amar, aprender, relacionarnos con los demás, conversar, movernos y, sobre todo, nos ha permitido reconocer nuestra individualidad.

Te invito a que te pares frente a un espejo y te mires a los ojos. Reconoce en ti la valentía que te ha ayudado a lograr metas, el amor que has recibido y que has dado; incluso reconoce eso de ti con lo que necesitas reconciliarte. Acéptalo, abrázalo y agradécele porque todo eso es lo que te hace especial. Esa imagen que tienes en frente es tu esencia, todo lo que puedes darle al mundo, con tus luces y tus sombras y todo eso que te hace ser tú y nadie más que tú. Abraza tu cuerpo, reconoce tu belleza interior y agradece por estar aquí y ahora tal como eres y descubre todo eso que puedes darle al mundo con amor, respeto y gratitud.