Autora: Anónima
¡Hola! Quiero contarte algo de mí. Lo tenía aquí en mi corazón y quiero sacar todo lo que hay dentro de mí.
Sé que no soy la única con problemas con un pasado oscuro. Muchas callamos por temor de que te juzguen; pero es la hora que cuente un poco de mí. Mi nombre es Isabel, nací el 5 de enero del 1995 en un pueblo lejos de la ciudad. Allí se dedican a cosechar y a pescar. Mi mamá era muy joven y conmigo ya éramos cinco hermanos. Yo era la última.
En ese tiempo mis padres se dedicaban a trabajar en fincas, cuidando los animales y cosas así. Dos de mis hermanos vivían con mi abuela, los menores nos íbamos con mis papás. Recuerdo que éramos pobres; a veces comíamos una sola vez o dos veces en el día, no más. De pequeña me enfermé, me dio hepatitis. Me puse malita, tanto, que mi madre me llevó al médico y me trataron esa enfermedad. Tenía como unos 4 años. También recuerdo que casi me muero por el ataque de un chivo. Me metí en el corral para jugar y ese animal me dio duro por la cabeza y me la partió. Botaba sangre y cuando mi mamá se dio cuenta salió corriendo a rescatarme. Casi me muero.
Después de eso nos fuimos para nuestro pueblo y ahí no pasamos mucho tiempo porque nos fuimos para otra finca a trabajar. Mis padres pasaban de finca en finca. Yo era la consentida de mi papá entre todos mis hermanos. En la finca no había luz eléctrica sino mechones o lámparas y cuando estábamos en el monte se verían las estrellas hermosas brillando en el cielo.
Yo pasaba jugando sola casi todo el tiempo, hacía unas muñecas de palito y jugaba al papá y a la mamá. Pero había una persona que me tocaba todas las noches mis piernas y mis partes íntimas. Esa persona me decía no se lo dijera a nadie; me decía estábamos practicando para hacerme una mujer, que era un secreto, que era normal. Yo me quedaba quieta, asustada; pero al día siguiente era todo distinto. Con esa persona seguía siendo igual de cariñosa, no aparecía nada de la noche anterior. Así pasaron todos los días, esa persona venía de noche, me tocaba toda, me hacía lo que quería. Me hacia hacer cosas raras. Recuerdo que mi mamá, aunque estaba allí, no sé si no se daba cuenta de lo que pasaba.
Yo no estudiaba, pero recuerdo que mi mamá me trajo una cartilla de Nacho y yo jugaba con esa cartilla. Así pasaba los días. Mi hermana se fue para la ciudad y yo me quedé con mi hermano y mis papás. A mí me gustaban los animales; criaba palomas, ardillas y animalitos así; pero de noche era diferente. Me robaban mi alegría, mi sueño, no se daban cuenta lo que estaban haciendo conmigo o era normal que esa persona me hiciera cosas raras. Mi mamá no hablaba conmigo casi, ni me enseñaba que no me dejara tocar de nadie o que le dijera que me pasaba. Nada, no me decía nada. Discutía mucho con mi papa, creo que era porque él le era infiel. También, a él, le gustaba practicar la brujería.
Recuerdo que una vez nos fuimos para el pueblo para unas fiestas. Otra vez mi madre de pelea con mi papá y por eso mi mamá se fue de la casa y no me llevó con ella. Mi papá trajo una mujer que era su amante; no me gustaba, pero yo no decía nada. Yo podía ver lo que hacían ellos. Era igual a lo que esa persona me hacía.
Me fui para donde mi mama que también andaba con otro hombre. Llegaba tarde y yo pasaba sola. Así fue mi vida de niña: sin estudios, sin atención, nadie me protegía. Yo era la más pequeña de mis hermanos. Ellos se iban para donde mi abuela; pero mi papá no me dejaba, no quería que me alejara de él. Siempre me llevaba con él donde iba. Me compraba dulces, me decía que me quería mucho, que yo era su niña chiquita. Ya mi hermano mayor se había ido de la casa y mi hermano menor se fue a trabajar muy joven. El otro también trabajaba. Mi hermana se había ido para la ciudad, para donde mi tía. Mi otro hermano vivía con mi tío que le dio su apellido y yo siempre con mi papá.
Llegó un día lleno de culpas y me regaló, como un animalito, a una familia. Unos señores que estaban de paso por el pueblo; pero se quedaron unos días para irse después. Ellos me trataron bien, me compraron ropa nueva. Yo me puse feliz. Me dijeron que me llevarían con ellos. Un día salieron conmigo a la plaza del pueblo, porque había fiesta de toros, y mi mamá (de quien no sabía hacia días) me vio, me tomó de la mano, les dijo que yo era su hija, que qué hacía yo con ellos. Le dijeron que mi papá me había dado.
Mi mama salió furiosa a buscar a mi papá, le reclamó que por qué hizo tal cosa. Yo lloraba al verlos pelear; pero a ellos no les importaba nada de mí. Yo no quería estar allí, yo me quería ir con esas personas; pero no fue así. Me puse malcriada, amargada, me daba puños con mis primos, maldecía, no respetaba a nadie. Era grosera con mi papa y él me pegaba duro con palo, con lo que encontrara.
Pasó el tiempo y mi mamá volvió con mi papá. Mi mamá me puso en el colegio, pues la gente hablaba mucho de que me tenían descuidada. Pero eso no duró mucho porque mi papá me sacó y me llevo de nuevo al monte, a la finca.
Allí, más abusos todas las noches. Era lo mismo y al día siguiente como si nada me hubiera pasado. Parecía que era una pesadilla. Así pasaban los años, yo era una esclava de esa persona, yo me dejaba. Con el tiempo ya no me importaba lo que me hacía. Lo peor es que mi mamá estaba allí también, en ese cuarto oscuro grande y no se daba cuenta de los ruidos o algo. Yo solo cerraba mis ojos y apretaba mis dientes del dolor.
Muchos no creen en la brujería, pero esa persona si era brujo. No sé qué nos hacía a mi mama y a mí que en el día yo no podía decir nada, por miedo. Mi papá, me duele llamarlo así: papá; pero es la realidad.
Fue mi papá el que me hizo todas esas cosas. Yo callaba. El silencio me estaba consumiendo por dentro. Cuando tenía 9 años uno de mis tíos me llevó donde una familia de otro pueblo. Recuerdo que, antes de irme, mi papá me dijo en mi oído que tuviera cuidado, que no le dijera a nadie de lo que me hacía, que no dejara que nadie me tocara, solo él lo podía hacer. No dije nada. Me fui, llegué a un pequeño pueblo. Los señores vivían en una finquita, un lugar bonito. Pasaron los días y me pusieron en un colegio. Recuerdo que todo era bonito y yo estaba muy contenta porque iba a estudiar. Iba todos los días al colegio que estaba lejitos porque era en el pueblo. Hice amigos y amigas con quienes jugaba.
Pasaron los días y me puse grosera con la señora. El viejo se molestaba, me regañaban. Era alcohólico, se la pasaba en el pueblo tomando y a la señora le daba miedo quedarse en la finca sola y por eso no íbamos con él. Teníamos que esperar y regresábamos tarde de noche. Así eran todos los días.
Iba bien en el colegio; pero yo hacía cosas con niños a solas. Cosas como las que a mí me hacía mi papá desde que era muy niña. Creía que era normal.
Un día que quedé sola con el señor y se aprovechó de mí también. Estaba borracho. Se lo dije a esa señora porque mi papá me había dicho que no me dejara tocar de nadie; pero no me creyó nada. Él se negó, dijo que no había hecho nada, que era una mentirosa. Total, quedé como mentirosa y me mandaron de nuevo para donde mis padres, a la finca. De hecho, mi mamá no supo de lo que me pasó allá con esa familia. Ya tenía 10 años y mi papá estaba contento de que estuviera allá.
Dejé de estudiar de nuevo y seguí viviendo lo mismo. Mi mamá se fue para el pueblo y me dejó sola con mi papá y no volvió. Yo no decía nada. De noche era una pesadilla, de nuevo él haciendo de todo conmigo, me obligaba hacer cosas difíciles de olvidar. Así eran casi todos mis días: mi papá hacia conmigo lo que quería. Mi mamá, no sé, andaba en otro mundo. Un día escuché decir que se llevó a mi mamá cuando tenia 12 años, para ponerla a parir. Esa es otra historia.
Un día mi mama volvió. No me preguntaba nada. Yo estaba apartada en un lado o me montaba en los árboles a jugar sola. Mi papá seguía siendo normal de día, en las noches era diferente. De día era un papá cariñoso que me compraba dulces, regalos; pero yo estaba creciendo ya tenia 12 años.
En esa finca había muchos trabajadores hombres y para mí era normal si uno me tocaba, era normal que algunos de esos viejos me tocaran; pero solo me tocaban. De noche era diferente con mi papá.
Recuerdo cuando me vino por primera vez mi periodo. De hecho, no sabía nada de eso. Mi mamá no me había hablado de eso y yo tenía días con eso, manchada. Un día que mi mamá lavaba mis pantis se dio cuenta y me explicó que era mi periodo, que era normal, que eso pasaba cuando una mujer se desarrolla. Me dio toallas. No recuerdo bien mi edad, tenía como 12, casi 13.
Esa persona se aprovechaba de mí todos los días. Recuerdo un día que seguía haciéndome cosas y yo lloré. Le decía que parara, que me dolía mucho, que no quería más eso. No le importó.
Mi mamá pasaba más en el pueblo, yo sabía que andaba con otro hombre, así que ella se escapa para verse con ese viejo.
Un día vino un señor de unos 30 años yo estaba en un árbol. Me quedó mirando. Vino a trabajar a la finca y como yo estaba sola en la casa porque mi papá estaba lejos, entró a mi cuarto, me cargó, me quitó todo rápido y me violó. Él se dio cuenta de que no era señorita y me agarró con fuerza, me preguntó quién había sido el primero; pero yo no dije nada. Me tiró a un lado y se fue a trabajar. Yo me levanté y dentro de mí dije que me iba a ir con ese hombre. Yo tenía 13 años; pero ya había pasado por muchas cosas.
En serio, es asqueroso todo esto que cuento; pero mi papá estaba buscando la manera de deshacerse de mí. Ese hombre de 30 años me siguió haciendo cosas. Ya no era solamente mi papá, también él en todos los lados posibles: en el monte, donde pudiera. Mi pequeño cuerpo me dolía. Mis piernas, mis costillas. Recuerdo que me llevó a vivir con él.
Como dije, mi mamá andaba enamorada y no estaba ese día, así que entonces ese hombre me llevó y yo no dije que no. Me fui con él a trabajar en otra finca. Muchas personas no comprendían; pero tampoco hacían nada porque fui yo la que me quise ir con él.
Mi papá, más tranquilo no podía estar. Yo no sabia ni cocinar. Cuando dejaba la comida salada, el hombre de 30 años me pegaba. Un día me tiró tan fuerte que desmayé; pero me pude levantar. Al menos no estaba allá con mi papá ni mi mamá, a quienes no les importé.
Cuando mi mamá se dio cuenta me dijo que regresara; pero yo no quise. Vivir con ese hombre fue terrible. Me pegaba, me violaba cuando quería. Un día intenté matarme. Nos fuimos para el pueblo de nuevo, ya mis padres vivían ahí.
Recuerdo un día, eran casi las doce de la noche y ese hombre, que se la pasaba tomando con sus amigos, un día llegó de mal genio y como no teníamos ni en donde dormir me pegó porque no quería hacer nada. Me persiguió, yo corría llorando.
Cansada, volví con mis papás. Llegue a mi casa, allí estaban mi mamá y mi papá. El señor ese les dijo que ya no me quería, además que yo no era virgen, que no iba a responder por mí. Mi papa bajó la cabeza, dijo que se fuera, ya que yo no le servía. ¡Yo tenía tanta rabia!
Ese hombre no me molestó más; pero allí estaba mi papá que era como el diablo en carne. Después de eso, me vendía a hombres por plata. Mi mamá se había ido para la ciudad a trabajar y me dejo allí. Él se seguía aprovechando de mí. No le importaba si estaba en mis días. ¡Qué asco!
Llegué a vivir en un estado de loca. Peleaba con mis hermanos mayores, andaba en todos lados, me puse mal, lloraba. Me sentía sucia, sola. Sentía que era lo peor. Después de eso quede embaraza; pero yo no sabía. Me di cuenta cuando tenia tres meses porque no me bajaba el periodo. Mi mama ya estaba de vuelta. Me hicieron una prueba, salió positivo. Tenía 14 años. No sabia quien era al padre de esa criatura. Mi papá me compró unas pastillas y mi mamá me las dio. Solo me dijeron que tenia que abortar si no quería estar parida como un cerdo. Yo lloraba.
Me tomé las pastillas y al rato me vine en sangre con un dolor tan terrible, que sentía que me moría. Demoré tres días con dolor. Me dio fiebre y mi mamá se empezó a preocupar viendo que estaba pálida. Ese día llegó mi tía y le dijo a mi mamá que si pensaba dejarme morir y por eso me llevaron de urgencias. Me sacaron en ambulancia del pueblo a la ciudad. Los médicos se sorprendieron al ver una niña flaca en mal estado de salud. Me atendieron de inmediato. Tenía restos del bebe todavía, por eso tenía infección. Casi me muero; pero no ahora es cuando vienen las heridas.