Por: María Empera Balaguera
¡Oh! Noche fría, tenebrosa y oscura; tristeza, dolor y angustia parecen predominar; pero ahí estás tú.
Confusión, incertidumbre, duda y cavilación, donde el sueño se escapa dejando tras sí una sensación de cansancio, fatiga y ansiedad; pero ahí estás tú.
¡Oh! Mañana cruel, mañana que despliegas un gris y profundo lienzo; mañana sin esperanza, mañana sin vigor ni aliento, mañana sin camino, mañana sin ilusión, ¡oh, mañana!, ¡oh! Mañana; pero ahí sigues tú.
¡Oh! Soledad, ¿por qué te has apoderado de mi vida cuando estoy rodeada de muchedumbres que sonríen, festejan, se abrazan y se galantean? Soledad que me golpea, soledad que se interna en mis huesos, soledad que me confunde.
¡Oh! Soledad cruel, ¿cuáles son tus verdaderas intenciones?, acaso ¿derribarme hasta destruirme? Pues a pesar de tu influencia te digo que el que me ama continúa ahí.
¡Oh! Viaje inundado de frustración, frustración que quema, frustración que ahonda mi dolor y mi pena… y de forma incondicional tú continúas ahí.
¡Oh! Camino ¿por qué de repente te vuelves sin fin? Minutos, ¿por qué se convierten en interminables y agobiantes horas?
¡Oh!, si pudiera escapar, si me pudiera entender, si pudiera decidir, si pudiera volar; pero tú continúas ahí.
¡Oh! Llanto, bendito llanto; llanto que me regulas. ¡Oh! Respuesta hermosa que brota de mi interior en interrumpidos sollozos; lágrimas que brotan por mis mejillas y bajan hasta la tierra creando una calzada con las que los transeúntes tropiezan y sin darme cuenta, tú me llevas a mí.
¡Cuán precioso eres! Amado mío, siempre has estado ¡tú! Fiel, compasivo, comprensivo y tierno; nunca me has dejado, siempre me has llevado. Sin saberlo, en tus brazos siempre he estado. El frío ha pasado; un nuevo amanecer hoy prevalece, el sol hoy resplandece. Claridad, abrigo y esperanza siento en mi alma porque en tu regazo me has consolado.
No he sido yo, son tus preciosas cuerdas de amor las que me han conducido a ti, refugio seguro. Bendito y placentero refugio, lugar en donde me haces comprender, has abierto mis ojos hoy puedo ver.
Nuevo amanecer, amanecer que me concedes, amanecer con esperanza, lienzo resplandeciente, ¡oh!, verde esperanza. ¡Oh! Camino nuevo, camino direccionado por ti, eso me hace feliz. Brinco y salto de contenta porque siempre has estado, siempre me has arrullado, nunca me has dejado; mi amado, refugio seguro, consuelo y fortaleza de mi vida. Tú, que guías mi caminar, que peleas mis batallas, que me abrigas, me consuelas y me das calma. Tú, siempre mi amado.