Por: Amanecer
Tengo una colección de nudos en mi garganta; pero hoy quiero hablar de ella, quien siempre sonreía, ¡con esa sonrisa que lo iluminaba todo!
Ella, en medio de tantas dificultades se mantenía siempre fuerte. durante su niñez y adolescencia su belleza inspiraba al sol a salir con mucha más luz y la luna, la luna se asomaba imponente en el firmamento para hacerla brillar. Las pequitas en su cara eran como estrellas que la querían adornar.
Muchos hombres jóvenes siempre la querían cortejar (es que ella siempre fue la más bella de lugar).
Pero un día, un oscuro día todo acabo para ella. Su brillante sonrisa se apagó; su fuerza se le agoto y simplemente ya no brilló más. Ella no quiere estar ahí, en ese mundo donde todo es oscuro, sin vida, en ese mundo donde su sonrisa no brilla.
¡ELLA QUIERE VIVIR! y no sabe cómo hacerlo, esa oscuridad la abriga, la acaricia, la atrapa y también la agobia. Es horrible verla sufrir. Es duro darle alternativas o extenderle la mano para mostrarle la salida hacia la luz porque ella no sabe cómo salir. Y no, ella no es una persona malagradecida con la vida, es solo que la oscuridad no la quiere soltar.
¿Sera que la oscuridad sintió envidia de su luz? ¿Será que le parece hermosa como para dejarla ir?
Si ella supiera que quienes la rodeamos tenemos un gran dolor porque duele verla apagarse. Genera impotencia no saber qué más hacer para ayudarle, solo Dios sabe cómo se siente, solo Dios sabe lo que sentimos quienes la rodeamos.
Cuando una persona padece depresión, no quiere apagar su luz a propósito. Un día, de repente, todo se nubla, todo queda oscuro sin encontrar una salida. Pero las personas que le rodean también llevan consigo una cruz.
La depresión nos duele a todos.